Leptospirosis



 La leptospirosis es una enfermedad infectocontagiosa producida por un microorganismo del género Leptospira, que afecta al hombre, animales domésticos (perros, gatos, bovinos, caballos, cerdos, etc) roedores y animales silvestres (mamíferos, aves, peces y reptiles). 
 La leptospirosis es una de las zoonosis de mayor difusión en el mundo. 

La bacteria se transmite fundamentalmente a través de la orina de animales infectados, aunque puede encontrarse también en otros fluidos corporales. Los animales infectados, especialmente los roedores y animales silvestres, generalmente no presentan síntomas. La Leptospira se elimina rápidamente de todos los tejidos, excepto del cerebro, los ojos y los riñones, donde sobrevive y se multiplica para luego eliminarse a través de la orina. La bacteria permanece en el huésped por semanas o meses y, en el caso de los roedores, puede reproducirse y ser eliminada durante toda la vida. 

Una vez que es excretada viva por el huésped, sobrevive por semanas o meses en el agua y en el suelo. Tanto el ser humano como los animales adquieren la infección por contacto directo con agua contaminada, desde donde penetra en el cuerpo a través de erosiones o cortes en la piel y de las mucosas de ojos, nariz y boca. El ser humano también puede contraer la enfermedad por contacto directo con sangre, tejidos, órganos y orina de animales infectados. Aunque es infrecuente, es posible infectarse al ingerir agua o alimentos contaminados. La transmisión persona a persona es extremadamente rara.


Síntomas

Los signos clínicos pueden estar ausente o sucederse en forma rápida. Los más frecuentes son hipertemia, conjuntivas y mucosas hiperémicas, debilidad, depresión, adinamia, anorexia, vómitos, hemorragias, oliguria, anuria, lumbalgia, dolor renal a la palpación, mialgias, diarrea, ictericia, convulsiones, glositis, estomatitis, disnea, poliuria, hipotermia.

 Puede cursar con distintos tipos: subclínico, septicémico
 agudo, infección ambulatoria o crónica.


Diagnóstico

Para diagnosticar este proceso el veterinario se basa en una buena anamnesis junto con una exploración del animal, observando todos los signos clínicos y los resultados obtenidos del análisis de sangre, orina y las pruebas serológicas. 

 Generalmente en los análisis de sangre nos podemos encontrar: Anemia, trombocitopenia, leucosis con neutrofilia. Aumento de creatinina, nureico, bilirrubina, fosfatasa alcalina, ALT, AST. 
 En los análisis de orina, se suele observar: hematuria, proteinuria, bilirrubinuria, hemoglobinuria, urobilinogeno y urobilina, cuerpos cetónicos, pigmentos biliares, cilindros hialinos, cristales de colesterina, leucocituria. 
 Como pruebas serológicas las más utilizadas son la aglutinación microscópica y la técnica ELISA. También se puede proceder al aislamiento de la leptospira a partir de sangre o más tarde la orina en medios especiales.


Tratamiento

La leptospirosis se trata con antibióticos y debe hacerse un tratamiento sintomático o de sostén a base de hidratación endovenosa, corrección de la acidosis, tratar la anemia, dar protectores hepáticos, antieméticos, vitaminas, etc.


Prevencón

Lo primero es aislar al animal enfermo para evitar contagios, teniendo especial cuidado con la orina donde se van a eliminar las leptospiras y puede infectar a otros perros e incluso al hombre. Se recomienda el uso de guantes de látex y desinfección. Además se deben controlar la presencia de roedores en los colectivos caninos y conservar las condiciones ambientales que no favorezcan la supervivencia de este microorganismo. 

 La mejor forma de prevenir este proceso es mediante la vacunación. 
 Hay distintos programas de vacunación frente a este proceso. Se puede vacunar con vacuna exclusiva frente a leptospira aunque muchas veces se vacuna con una vacuna combinada frente a otros procesos como hepatitis y moquillo y en ocasiones con parvovirosis. La protección que se alcanza tras la inmunización suele ser durante 6 a 8 meses por lo que se suele revacunar anualmente. 
 La vacunación es eficaz para reducir la prevalencia y gravedad de este proceso, pero no impide el estado de portador, que se acompaña de posible riesgo zoonótico. Por lo tanto, debe ser nuestro veterinario quien nos aconseje cómo, cuándo debemos vacunar a nuestra mascota.