La Hepatitis Infecciosa Canina es una enfermedad viral que es causada por el Adenovirus canino CAV-1, un tipo de ADN Virus que causa infecciones en el tracto respiratorio superior. Este virus ataca el parénquima (parte funcional) de los órganos, notablemente el hígado, riñones, ojos y las células endoteliales (las células que se ubican en la superficie interior de los vasos sanguíneos).
El virus comienza localizándose en las tonsilas, alrededor de 4 a 8 días luego de la exposición nasal y oral. Luego el virus va al torrente sanguíneo - una condición conocida como viremia (en el torrente sanguíneo) - y se ubica en las células de Kupffer (células blancas especializadas, localizadas en el hígado) y en el endotelio del hígado. Idealmente, estas células blancas, llamadas macrófagos defienden al cuerpo de los invasores infecciosos, pero algunos virus tienen la habilidad de usar a los macrófagos como vehículos para su replicación y diseminación. El CAV-1 es uno de esos virus, que se aprovecha de las células de Kupffer para replicarse y diseminarse, en el proceso daña los hepatocitos adyacentes (células hepáticas involucradas en la síntesis de proteínas, almacenamiento y transformación de carbohidratos). Durante ésta etapa de infección, el virus es diseminado en las heces y saliva, haciendo que ambos sean infecciosos para otros perros.
En cachorros que no han sido vacunados y de inmunidad muy baja, el virus produce un gran daño en el hígado formando una necrosis diseminada centrolobulillar o panlobulillar, la cual a menudo es fatal.
Los canes que presentan una inmunidad parcial después de cuatro a cinco días posterior a la infección pueden desarrollar una hepatitis activa crónica y hepatitis fibrosa.
Pero si la mascota ha sido vacunada y alimentada correctamente entonces presentara una inmunidad suficiente para hacer frente a este virus CAV-1. A los siete días de la exposición el virus es eliminado de la sangre y el tejido hepático, lo cual limita el daño hepático.
Los perros con una inmunidad adquirida el día de la exposición muestran pocas evidencias de una enfermedad clínica. Los signos que nos demuestra esta enfermedad corresponden a los signos clínicos clásicos de la hepatitis donde resulta un gran compromiso del hígado. El dolor abdominal, los signos de gastroenteritis como vómitos y/o diarrea, etc. El daño de los endotelios vasculares (vasos sanguíneos) producen sucesivas hemorragias, y de los ojos (uveítis, edema de cornea). La enfermedad clínica se observa con más frecuencia en perros no vacunados menores de un año.
El comienzo de la hepatitis infecciosa canina puede ser peragudo ocurriendo la muerte en horas. Los signos clínicos incluyen vómitos, dolor abdominal, depresión diarrea y en formas ocasiona cursa con convulsiones. La hemorragia puede ser evidente o no.
Los signos visibles en el cuadro agudo son pirexia (hipertermia), laringitis y faringitis (por la inflamación de las amígdalas). Los edemas en la base del cuello y otras parte del cuerpo. Un fuerte dolor abdominal. La materia fecal suele aparecer con sangre, lo mismo ocurre en nariz o boca. La distensión abdominal a causa de la acumulación de trasudado seroso modificado o de sangre (acumulación de líquido). También suelen presentarse signos del sistema nervioso central como depresión, desorientación, convulsiones o coma.
La uveítis anterior y el edema de cornea se los llama “ojo azul” puede desarrollarse en los momentos de la recuperación. Estas lesiones oculares se presentan en una 20% de los casos y ocurre por que el virus replica en células del tracto uveal y en células de la cornea. Así hay una respuesta inflamatoria y aumento de liquido llevando a un edema de cornea. Si esta lesión es auto limitante se recupera el ojo en 21 días.
La infección renal, produce insuficiencia renal y hace que se elimine virus vivo por orina en lapsos de 6 a 9 meses.
El contacto con otros perros, como en los criaderos, o el contacto frecuente con heces, como en espacios abiertos donde se permite que los perros defequen, pueden jugar un rol importante en la adquisición del virus.
Se realizará un examen clínico completo del perro, incluyendo exámenes de laboratorio de rutina, un conteo sanguíneo completo (hemograma), perfil bioquímico, un panel de electrolitos y un urianálisis. Otros análisis de laboratorio serán necesarios para confirmar el diagnóstico de Hepatitis Infecciosa, incluyendo exámenes de coagulación para evaluar la coagulación de la sangre, serología para los anticuerpos de CAV-1, aislamiento viral de las células virales, y cultivos virales. Su doctor examinará a su perro por otras enfermedades también, incluyendo parvovirus y distemper. Los estudios ecográficos revelan hepatomegalia, necrosis hepática y ascites. La enfermedad se confirma con métodos serológicos. Se puede realizar la punción biopsia del hígado para determinar los cuerpos de inclusión intranucleares acidófilos.
El tratamiento de esta enfermedad es sintomático, ya que no hay ningún tratamiento efectivo frente al Adenovirus tipo I, (rehidratación, vitaminas, protectores hepáticos, antibióticos de amplio espectro, elevadores de las defensas y una dieta baja en proteínas).
La profilaxis de esta enfermedad se logra con la vacunación de los animales de todas las edades.