La rabia es una enfermedad aguda infecciosa viral del sistema nervioso central ocasionada por un Rhabdoviridae que causa encefalitis aguda con una letalidad cercana al 100 %.
Es una zoonosis con una larga lista de animales que actúan como intermediarios del Rhabdovirus, llamados vectores como son perros, gatos, murciélagos, mangostas, zorros, hurones, mapaches y lobos.
Aunque todos los mamíferos pueden ser infectados con el virus de la rabia, los perros son los transmisores principales de la enfermedad en el mundo.
El virus de la rabia se encuentra difundido en todo el planeta y ataca a mamíferos, tanto domésticos, como salvajes, incluyendo al ser humano. Se encuentra en la saliva y en las secreciones de los animales infectados.
Se transmite a través de la saliva de un animal contaminado. Normalmente esto ocurre mediante una mordida, pero se han documentado algunos casos en que el virus de la rabia ha sido transmitido en partículas de aerosol flotando en el aire. Estos casos, sin embargo, son extraños y solamente han ocurrido en cuevas donde habitaban muchos murciélagos infectados. El portador más común de rabia en todo el mundo es el perro, pero cualquier mamífero puede serlo. Se sabe que el virus de la rabia no dura mucho fuera de un cuerpo con vida. Se ha reportado que puede permanecer activo en carcasas de animales hasta 24 horas, pero no más.
Síntomas
El virus de la rabia tiene diferentes tiempos de incubación en diferentes especies y produce tres fases de síntomas característicos, aunque no siempre se presentan todas las fases.
Los síntomas de rabia en perros suelen aparecer entre tres y ocho semanas después del contagio. Sin embargo, se han reportado casos de incubación más largos, de hasta seis meses.
En los humanos, los síntomas suelen aparecer entre tres y seis semanas después de la infección, pero también se han reportado casos de incubación más larga.
Las fases características de la rabia son:
Fase Prodrómica. Se caracteriza por conductas aprehensivas, nerviosismo, ansiedad y aislamiento voluntario del animal. También se produce fiebre. La conducta suele cambiar durante esta fase, haciendo que animales amigables actúen de forma recelosa, asustadiza o irritable. Los animales agresivos pueden transformarse en dóciles y amigables. Esta fase suele durar dos a tres días en el animal.
Fase furiosa. No siempre se presenta, pero cuando lo hace es la fase característica de lo que se conoce como "rabia furiosa". Se caracteriza por la irritabilidad del animal y por la hipersensibilidad a estímulos visuales y auditivos. En esta fase, el perro no descansa con frecuencia y parece estar activo mucho tiempo. Los perros o gatos muerden todo lo que se les pone en el camino y, con el progreso de la enfermedad, se muestran desorientados y llegan a tener convulsiones. Eventualmente mueren. Esta fase normalmente dura entre uno y siete días.
Fase paralítica. Esta fase es característica de lo que se conoce como "rabia muda" o "rabia paralítica" y tampoco se presenta en todos los casos. Puede presentarse después de la fase prodrómica o de la fase furiosa. Sus síntomas incluyen la parálisis de los músculos de la cabeza y cuello. Así, el animal ya no puede tragar y saliva constantemente. La mandíbula inferior se paraliza dejando la boca abierta, pudiendo hacer pensar al dueño que su perro tiene algo atorado en la garganta. Eventualmente, la parálisis afecta al diafragma y el animal muere por insuficiencia respiratoria.
La patología en la especie humana es la siguiente:
Infección por herida o mordedura. Antiguamente también se transmitía por operaciones como el trasplante de córnea.
El virus tiene una primera multiplicación en las células musculares, de ahí pasa a las neuronas y finalmente a los ganglios nerviosos.
El lugar donde la enfermedad se manifiesta más acusadamente es el cerebro (encefalitis). Sin embargo, el tiempo que tarda en desarrollarse esta etapa es bastante largo y depende de muchos factores.
Los virus comienzan a pasar de unas neuronas a otras a través de los contactos sinápticos, lo que hace que el sistema inmune sea incapaz de detectarlos.
Desde el cerebro puede viajar, a través de los nervios, a cualquier parte del cuerpo, provocando una infección sistémica.
Diagnóstico
El diagnóstico de rabia se hace en base a un análisis del tejido nervioso del cerebro, por lo que es necesario sacrificar al animal para diagnosticar si tiene rabia o no.
También se han probado otras técnicas para diagnosticar la rabia en estados tempranos, sin necesidad de sacrificar al animal. Entre estas técnicas se encuentra la reacción en cadena de la polimerasa (PCR por sus siglas en inglés), pero por el momento el diagnóstico preciso involucra la muerte del animal para analizar su cerebro.
Tratamiento
No existe ningún tratamiento para la rabia una vez que se han presentado los síntomas. En estos casos, el individuo afectado está condenado a la muerte.
Sin embargo, sí existen vacunas efectivas para prevenir la enfermedad. Todos los perros deben ser vacunados contra la rabia cuando aún son cachorros. La vacunación se debe repetir periódicamente y el tiempo entre vacunas depende de la vacuna empleada y de la incidencia de la enfermedad en la zona. El programa de vacunación debe ser establecido por el veterinario.
También existen vacunas preventivas para seres humanos que tienen mayor riesgo de contraer la rabia, como veterinarios, biólogos, entrenadores de perros y otros. Estas vacunas preventivas reducen el riesgo de infección cuando una persona es mordida.
Finalmente, toda persona que es mordida por un perro u otro animal, debe lavar bien la herida con abundante agua y jabón, y dirigirse inmediatamente a un centro de salud. En caso de considerarse necesario, la persona que fue mordida recibirá una serie de vacunas antes que se presenten los síntomas. Si los síntomas ya se han presentado, entonces no hay nada que hacer.