La Agresividad Felina


Los gatos responden de forma agresiva para expresar territorialidad, para mostrar su dominio sobre otro gato o como respuesta al dolor o el miedo. Sin importar la causa, lidiar con un gato agresivo es una situación difícil que requiere paciencia y un gran esfuerzo. Cuando un gato pone las orejas hacia atrás, ensancha sus ojos, gruñe, emite silbidos o adopta la postura de "gato de Halloween", se está tornando agresivo.



Debemos tener presente que cualquier manifestación de agresividad felina que se presente con frecuencia, sea de la intensidad que sea, debería ser valorada por un veterinario. Hasta que el profesional no puede evaluar las causas de estos comportamientos, lo mejor es tratar de no incentivar, provocar o motivar las conductas agresivas, como por ejemplo jugar con nuestras manos y permitir que el gato las muerda o rasguñe.

Debemos tener en cuenta que antes de entrar a valorar este tipo de
comportamientos violentos, se deberán hacer exámenes médicos que descarten posibles enfermedades que puedan estar causando el problema. La cistitis, los problemas dentales, la artritis, patologías del sistema nervioso, pueden ser algunas de las causas de las manifestaciones agresivas del gato. El veterinario deberá tener datos muy precisos y detallados sobre su comportamiento.

Los gatitos y los gatos jóvenes, suelen mostrar signos de agresión durante el juego, porque están aprendiendo, porque son cazadores depredadores innatos. El error que no hay que cometer, es reforzar esos comportamientos con juegos cada vez mas violentos, porque esto puede conducir a agresiones mas graves en el futuro.

Hay signos durante el juego con ellos que no debe ser permitido, por ejemplo, cuando el gato se dirige a la cara o los mordiscos y arañazos.
No dejan de atacar a pesar de nuestros intentos por evitarlo.

Nunca hay que castigar físicamente a un gato, esto no es efectivo y
solo aumentará la tensión del gato, y su agresividad. Tampoco hay que ofrecer premios, caricias o alimentos a un gato agresivo para intentar apaciguarlo, porque la señal que está recibiendo, es que su dueño lo está premiando por sus actitudes violentas.

Consejos:

No jugar de manos. Existen juguetes diseñados para entretener al gato como una bolita de goma, o las cañas de pescar de juguete para que el gato salte y queme energía.

Cuando el juego se vuelva violento hay que gritarle un firme ¡NO!. El gato se asustará pero comenzará a asociar la palabra con el acto. Otro truco es dejar de jugar con él y no prestarle atención por 5 minutos. Le fascina tener atención así que asociará la indiferencia con el juego bruto.

El gato decide cuanto cariño recibe y lo hace saber. Le fascinan las
caricias, pero todo a su tiempo. Es muy probable que haya tratado de decirlo de muchas maneras, utilizando su lenguaje felino. El ataque violento es su última opción. Cuando comienza a mover la punta de la cola suavemente. Sus orejas cambian de posición y se mueven hacia atrás. La pupila se agranda. Al ver alguna de estas señales, es momento de dejarlo ir y guardar cariños para la próxima sesión.

El felino es sumamente territorial y aunque viva dentro de la casa, considera los alrededores como parte de su reino. Si se está siendo invadido y él no puede eliminar el problema, su frustración va creciendo, y se desquitará con lo primero que pueda.


Para aprender a controlar su instinto agresivo se necesita ser constante en el entrenamiento. 


Un cariño alivia la situación cuando los cambios son positivos en su comportamiento, y el gato se sentirá más tranquilo.