La agresividad canina es una conducta natural de los perros que
permite regular las relaciones entre ellos y entre otros animales. En el entorno doméstico, depende de cómo hayamos educado al perro, esto se puede convertir en un problema que dificulte la convivencia del animal con lo que le rodea, ya sean personas u otros animales. La agresividad se da tanto en machos como en hembras. La soledad, la falta de entretenimiento, una socialización deficiente o una mala educación podrían ser posibles causas de esta conducta.
La agresividad en los perros se debe a un conjunto de factores
entre los que se encuentran los ambientales, los genéticos, los individuales, los fisiológicos, los motivacionales, los instrumentales y hasta los patológicos. Como consecuencia de ello, podemos encontrar distintos grados de violencia canina que, si se vuelven problemáticos, deberán ser tratados por especialistas de formas diferentes.
Lo primero a descartar, es que la conducta agresiva se deba a una causa orgánica. Algunas enfermedades como patologías encefálicas, epilepsia, disfunción hormonal, dolor crónico o agudo, etc, pueden ser motivo de agresividad. Para eso es importante llevar al animal al veterinario.
Tenemos que tener claro que el perro es un animal y tiene que cumplir unas normas de convivencia para poder vivir en sociedad.
Uno de los aspectos que hay que tener en cuenta es que la mayoría de los comportamientos agresivos de los perros son normales y no son una enfermedad. En una especie social como la de los perros, que actúa a partir de un sistema jerárquico, que caza en grupo y que realiza la mayoría de sus actividades coordinadamente, el orden es una premisa fundamental. Este orden es establecido sobre la base de diferentes interacciones en las que la agresividad suele ser un componente importante. A su vez, es a través de la agresividad que los animales defienden su territorio de los extraños.
La agresividad es considerada, además, una característica positiva en muchas razas de perros, especialmente en aquellas destinadas a proteger un terreno, la casa o la familia. También en muchos casos este comportamiento es estimulado de forma individual por muchos dueños, por lo que un perro en manos de alguien irresponsable puede ser un verdadero peligro.
Los tipos más frecuentes de agresividad son;
Agresividad por dominancia o competitiva: Este tipo de agresividad es la más frecuente. Se manifiesta cuando el perro intenta imponer su jerarquía dentro de un grupo (ya sea animal o humano), es decir, cuando intenta ser el líder la manada.
Empezar a educar al perro desde cachorro es vital para que éste se desarrolle correctamente y no cause problemas de conducta.
Debemos conocer los momentos críticos del desarrollo social del cachorro, ya que son el origen de múltiples trastornos del comportamiento.
La relación de dominancia del perro respecto a lo que él cree su manada (sus dueños u otras mascotas) comienza a establecerse durante el período de socialización. La conducta durante el juego y, muy especialmente, el resultado de situaciones de competencia entre el perro y cada persona, determinarán la relación de dominancia. Por lo tanto, el perro puede ser dominante respecto a algunas personas y subordinado frente a otras.
La agresividad competitiva se manifiesta sólo hacia las personas que el animal percibe como subordinadas. La conducta agresiva aparece cuando la persona en cuestión se comportara como dominante, es decir, cuando uno de los dueños adopta un papel en la manada que no es el suyo.
Por otra parte, la conducta de cada de animal a mostrarse dominante depende también de factores genéticos y es más marcada en machos que en hembras.
Agresividad por miedo: Se manifiesta en perros muy miedosos al enfrentarse a una situación novedosa o extraña, en la que el perro se siente inseguro o amenazado.
Agresividad territorial: Se manifiesta sólo ante la aparición de un intruso (persona o animal) en el territorio que el perro considera como suyo. Este tipo de agresividad es más frecuente en machos que hembras.
Agresividad maternal: La manifiestan las hembras cuando creen que sus crías corren algún peligro. En general, una perra, si es molestada por extraños en su paridera, los echará y si estos persisten en quedarse, o incluso si se acercan a retirar o acariciar algún cachorro, la madre se lanzará para atacar.
Agresividad redirigida: Se manifiesta cuando el perro se muestra
agresivo hacia un estímulo (que puede ser otro perro) al que no tiene acceso. Como el perro no puede mitigar su agresividad
atacando al otro perro redirigirá su agresividad hacia otro estímulo presente (que normalmente suele ser el dueño).
Agresividad intrasexual e intersexual: La intrasexual se origina con la presencia o convivencia de perros del mismo sexo. La intersexual se origina con la presencia o convivencia de perros de distinto sexo.
Agresividad por dolor: Se manifiesta en respuesta a estímulos dolorosos.
Las causas por las que el perro se puede volver agresivo pueden ser muy diversas. Que un perro tenga un comportamiento agresivo
es, principalmente, consecuencia de la educación que ha recibido. Aunque tampoco podemos olvidar que un porcentaje, aunque pequeño, proviene de la herencia genética.
Todas las experiencias por las que ha pasado el perro influirán en su carácter y en su capacidad para relacionarse con el mundo. Algunos de los motivos por los que el perro se puede volver agresivo son la soledad, la falta de entretenimiento, una socialización deficiente, el uso de la violencia o una mala educación.
Un destete prematuro del cachorro (por debajo de las siete semanas) puede ser origen de múltiples trastornos de comportamiento. Es también importante que desde el primer momento el cachorro esté en contacto con personas (adultos y niños) y con otros perros durante el período de socialización.
Otro aspecto a tener en cuenta tiene relación con utilizar el castigo y la recompensa. Es muy importante que el dueño aprenda a premiar y a regañar de manera correcta la conducta del perro, sin utilizar el castigo físico.
Si el perro muestra indicios de agresividad en situaciones en las que no debería, lo primero que hay que hacer es consultar al veterinario para que elimine cualquier causa física. Si la salud no es el desencadenante de su agresividad, cada caso es único, por lo que lo más recomendable es pedir asesoramiento para ayudar a identificar las causas y para reeducar a la mascota.
Durante los dos primeros meses de vida, es la madre quien educa a los cachorros, estimulando la jerarquía de los cachorros mas sumisos, y apaciguando a los mas agresivos, por eso es importante evitar el destete prematuro.
Al adoptar a un cachorro, es el dueño quien debe suplir la labor de la madre, enseñando posturas de apaciguamiento, y evitar fomentar conductas de agresividad.
El diagnóstico precoz de los problemas de agresividad canina es fundamental ya que cuanto antes se detecte, mas sencillo será tratarlo.